Cuando se siente dolor crónico y se tiene una extrema fatiga durante mucho tiempo, empezamos a sentir desesperación, una profunda tristeza y experimentamos pensamientos negativos. Se te borra la sonrisa del rostro, las ideas vienen en cámara lenta y sentimos deseos de llorar o lloramos con mucha facilidad, nos llenamos de apatía y muchas veces ni siquiera deseamos hablar. En estos momentos tan oscuros podemos llegar a pensar que este suplicio nunca tendrá fin y lo único que deseamos es que todo termine pronto.
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